EL DOLMEN DE LA CUEVA DEL MONJE, EN LA ROCA DE LA SIERRA, BADAJOZ. (Con datos inéditos).

Es sin duda uno de los mejores dolmenes y a la vez más bonitos de la provincia de Badajoz, tanto por su majestuosidad como por el entorno donde se encuentra, desde aquí mi queja por el abandono e invasión de maleza que sufre. Es junto con el de la Cueva del Moro los dos dolmenes de la Dehesa de la Muela. Tiene unos ortostatos muy altos y su cámara no es muy espaciosa que digamos, la cubierta tiene unas grietas que se observan desde el interior de la cámara que me temo en cualquier momento se desplome. Sólo voy a dar los detalles que he obsevado que se han pasado por alto los dos grandes monstruos de la arqueología, tanto José Ramón Mélida y Martín Almagro Basch, este último hace un estudio detallado del dolmen; y es que me sorprende mucho que ninguno haya nombrado y omitido las 11 cazoletas que tiene uno de los ortostatos por la parte interior, dentro de la cámara, tres en la parte de arriba y 8 en la de abajo con un hueco en el centro sin ninguna marca; en una publicación de internet si he visto como alguien sí habla de que se ve alguna cazoleta sin hacer ninguna referencia más. Tampoco he querido hacer ninguna referencia a una leyenda que hay suelta por alguna publicación por que me parece absurda, sin criterio en la lógica y en el tiempo.

Con mi amigo Joaquín Larios Cuello.

José Antonio Hinchado Alba.


(1914), José Ramón Mélida y Alinari: Dolmen llamado Cueva del Monje o Casa de la Moneda, nombre que sin duda debe el primero al hecho real o legendario de que haya sido aprovechado para vivienda por algún ermitaño, y el segundo al erróneo supuesto de que encerraba algún misterioso tesoro. Ello ha debido ser causa de que se haya profanado, abierta su cámara por un lado, la cubierta alterada y rota, la galería casi deshecha, sin duda también porque se llevaron sus piedras para aprovecharlas. 

La cámara de este dolmen, como las de Mayorga es octógona, y de las siete piedras que con la entrada por la galería componían sus lados, falta una, la segunda del lado derecho. Su diámetro en el sentido de la galería es de 2'80 metros y en sentido perpendicular a éste de 3'20 metros. Don Maximiliano Macías, de la Subcomisión de Monumentos de Mérida, que me ha auxiliado eficazmente en mis investigaciones, tomó las medidas de las seis piedras, a contar desde la derecha del hueco de la que falta, son las siguientes:

Piedra primera: altura, 2'30 metros; anchura, 1'05; grueso, 0'30. 

Piedra segunda: altura 2'50 metros; anchura 1'50; grueso, 0'30. 

piedra tercera: altura 2'38 metros; anchura 1'20.

piedra cuarta: altura 2'50 metros, anchura 1'15; grosor 0'30.

piedra quinta: altura 3'10 metros; anchura 1'70.

piedra sesta: altura 2'15 metros; anchura 1'75.

Entre estas dos piedras está el arranque de la galería. 

Por las anteriores cifras se advierte la desigual altura de las paredes de la cámara. Para salvar estas diferencias los constructores del dolmen pusieron sobre las piedras antedichas menos altas otras pequeñas, suficientes para prestar apoyo a la cubierta. 

Hállase ésta formada por dos piedras, una grande, de 3 metros de longitud por 2'10 de grueso, y otra de 1'80 por 1'25; más algunos trozos o fragmentos de ellas, el mayor de 0'90 por 0'70. 

La galería es apreciable en una longitud de 3'10 metros y su anchura es de 1'05. De las piedras que la componen, unas formando las paredes y otras la cubierta, la primera de aquéllas a la derecha tiene de altura apreciable 1'90 metros, y de ancho 1'60; y la compañera del lado izquierdo mide de alto, lo que de ella sé ve, 1'60 metros y de ancho 1'40; el dintel que ambas piedras sustentan constitúyelo una mayor, de 2'20 metros de longitud por 1'10 de latitud. El resto de las paredes de la galería y dos piedras más de su cubierta no son bien apreciables por hallarse interiormente llena de piedras que la ciegan y exteriormente medio oculta por la tierra del montículo, que aún cubre la verdadera entrada. 

La destrucción de este dolmen no parece haber sido hecha en época muy lejana.

La orientación del mismo en el sentido de la galería es de S. E. donde ésta empieza a N. O., en que se halla la cámara. 


(1965), Martín Almagro Basch:

DESCUBRIMIENTO Y SITUACIÓN DEL MEGALITO DE LA CUEVA DEL MONJE:

El llamado dolmen de la Cueva del Monje fue ya dado a conocer por J . R. Melida en 1914, con una breve descripción del monumento, ilustrada con una fotografía poco expresiva. y una planta convencional de este sepulcro de corredor totalmente insuficiente. Lo mismo son inexactas las dimensiones que dio, pues no realizó excavación alguna. La misma descripción del monumento, algo más abreviada, la incluyó en su catálogo monumental de Badajoz, donde repitió la misma planta y lámina. 

La descripción breve e inicial de Melida pasó al mundo cientifico siendo incluido este monumento por G. y V. Leisner, en su monumental obra sobre la cultura megalítica española. De la muy brevísima descripción que nos dan los Leisner, se desprende que estos prehistoriadores no visitaron el monumento, así no añaden nada a la descripción que Melida dio. Copian su planta, inexacta, como hemos indicado, y no aportan otros elementos gráficos ni descriptivos de este sepulcro megalítico a los que el arqueólogo español había publicado, por lo cual, hasta nuestros días, seguía siendo conocido mejor a través de las noticias de Melida el monumento megalítico que vamos a estudiar. Para hallar este gran sepulcro megalítico ya hemos dicho que se debe llegar siguiendo la ruta que hemos recomendado hasta la  misma Casa de la Muela. Allí se pueden pedir referencias, pero personalmente se encontrará con facilidad siguiendo el camino que desde aquella casa se dirige hacia Levante y luego tuerce unos cien metros más allá de la casa hacia el norte en dirección a la Dehesa de Luriana, bordeando el cerro de El Mirador a cuyo abrigo de los vientos del norte se ha construido la casa y demás edificios de aquella dehesa. Sólo a unos doscientos metros de la casa citada se hallará el monumento precisamente en el collado que se abre al este del cerro, en los lindes de la citada propiedad de la Muela con la dehesa de Luriana, cuyas casas se ven al fondo, al pie de las sierras del Vidrio y el Madero, en medio todo ello de un paisaje encantador agreste y bucólico a la vez. El dolmen aparece justo entre las encinas, alcornoques y jarales que dan a la vaguada del cauce alto del río Ribera de Luriana, o simplemente arroyo Ribera, como ahora lo conocen todos los habitantes de la región.


DESCRIPCION DEL DOLMEN DE LA CUEVA DEL MONJE TRAS NUESTRAS EXCAVACIONES EN EL MISMO: 

El dolmen que vamos a describir es conocido en toda. la comarca con los nombres de Cueva del Monje, por referirse de él que había sido vivienda de un hermitaño, en tanto que la segunda denominación que se le da de Casa de la Moneda hace referencia a la suposición de haber permanecido allí oculto un tesoro. Ello ha dado también nombre a todo el predio que se extiende hacia la parte norte del cerro del Mirador. La búsqueda del supuesto tesoro ha debido ser la causa del estado ruinoso en que se halla aquel monumento. 

Hemos de hacer constar cómo no es corriente en Extremadura que estos sepulcros megalíticos estén envueltos en leyendas, como ocurre en las provincias de las regiones del Norte de la Penísula. Por eso, aunque sean estas atribuciones legendarias de nuestro dolmen de un escaso interés, las hemos recogido por ser una excepción entre los dólmenes extremeños. 

En su estado actual, el monumento conserva en pie toda su gran cámara, aunque ofrece un enorme boquete en uno de los costados, pues los buscadores de tesoros han destruido uno de los grandes ortostatos de la misma que da al Norte, para penetrar directamente en su interior. 

Si la cámara queda aún sustancialmente en pie, por el contrario del corredor apenas se apreciaba nada, por lo que no es de extrañar la inexactitud de las plantas que nos dio Mélida y luego sus seguidores, el matrimonio G. y V Leisner. 

En nuestras excavaciones de los restos de este monumento procedimos primero a explorar los claros vestigios del túmulo que lo cubrió. Estaba convertido en un matorral que cubría un amontonamiento de piedras y buena parte aún del antiguo túmulo que ha sido muy erosionado. Hoy más bien se ven allí amontonadas las piedras irregulares pequeñas que mezcladas con tierra lo formara y que hoy en realidad forman un gran majano. 

Tras una cuidadosa exploración del lugar, realizamos luego la excavación del corredor y de la cámara y logramos una planta y una sección de todo el monumento bastante completas. La cámara mide en su interior una anchura de 2,90 metros, y estuvo formada por siete grandes rocas graníticas que le dan una forma de octógono, en el cual uno de los ocho lados sirve de entrada desde el corredor largo y estrecho que ofrece este sepulcro megalítico. 

Ya hemos dicho que a la cámara le falta la segunda gran losa entrando por el corredor a mano derecha, o sea, hacia la parte Norte. De las demás, las dimensiones son las siguientes: la primera mide 1,60 m. de anchura máxima; la segunda es la que ha desaparecido totalmente destruida por los buscadores de tesoros; la tercera mide 1,15 m. de anchura; la cuarta mide 1,50 metros; la quinta, 1,20 metros; la sexta, 1,10 metros, y la séptima, 1,55 m. Todas ellas tienen un grosor bastante regular y miden, aproximadamente, de 0,45 m. las más delgadas hasta 1,05 metros alguna de ellas. Son todas grandes monolitos toscos, pero hastante regulares. Sobre todo en la parte que da al interior quedan con su superficie plana. A las dos de la entrada, números uno y siete, se las ha preparado dándoles algo de forma curva, como también se hizo en el dolmen de Lácara. Toda la cámara está aún cubierta por una enorme losa que mide 2,30 por 2,50 m, habiendo también otra gran losa que servía para dintel de entrada a la cámara, la cual está partida hoy en tres trozos. Debió medir unos 3 metros de longitud por 1,30 metros de anchura y un metro de grosor. Esta gran losa se apoyaba sobre la enorme piedra hoy partida que iniciaba el corredor, apoyándose un poco de canto sobre la misma y contra los altos ortostatos que servían de jambas a la entrada de la cámara. Con esta losa se igualaba, por aquella parte, la altura de los ortostatos de la cámara para sostener la gran piedra de la cubierta. Hoy rota esta pieza que servía de dintel, la gran losa superior ha recibido una inclinación bastante considerable hacia el corredor. La altura de todos los grandes ortostatos de la cámara es de alrededor de 2,85 a tres metros, en la parte del fondo, donde se han complementado, algunos de ellos con tizones de diverso grosor, para igualar la altura. Los monolitos de la parte cercana al corredor sólo miden 2,40 metros de altura, pues están algo inclinados. 

De esta cámara hectogonal de aspecto circular, arranca un corredor orientado hacia el este, el cual está muy deteriorado, pues sus piedras han quedado rotas, sobre todo las de su parte norte. Toda su cubierta ha desaparecido excepto la gran losa primera cercana a la cámara. Se la ve hoy partida en dos bloques, uno de ellos caído sobre el corredor mismo. Medía esta gran piedra, hoy rota, un total de 2,24 metros de longitud por 1,30 de anchura y 0,40 de grosor. 

Del citado corredor ya hemos dicho que se conserva toda la parte sur, formada por cuatro grandes ortostatos de una altura de 1,35 metros, por término medio, y un grosor de 0,40 metros, ofreciendo una longitud de 1,10 la primera piedra cercana a la puerta que da a la entrada de la cámara; 0,85 metros, la segunda losa; 1,40 metros, la tercera, y un metro, la última. Luego la pared de este monumento se prolonga, ciertamente, pero con piedras de otra estructura. Son de esquito y no de granito como las anteriormente citadas y sólo uná mide 0,90 de altura, llegando a medir otras nada más 0,25 m. El corredor termina aún en una losa transversal de 1,05 de larga, ello le da una longitud total al corredor de 9,05 y una anchura minima de 1,05, aunque en algunos lugares es un poco más ancho, quedando en duda su altura cual pudo ser de algo más de 1,10 metros, o sea, mucho más baja que la de la cámara final. Para deducirla, contamos con la altura de los ortostatos de la pared sur hasta la losa número cuatro, pues de la pared norte solamente ha quedado en su lugar la gran losa que da a la entrada de la cámara, que es un enorme bloque de esquisto de 1,40 metros de altura por 0,65 de grueso y una longitud de 1,50 metros. Después se hallaron en el suelo otros bloques graníticos, en parte destruidos, que pueden ser de la pared o de la cubierta, y al final del corredor hallamos otras dos losas pequeñas de las que suponemos formaron la antecámara. 

Nos parece muy probable, conforme pudimos demostrar en nuestras excavaciones en el dolmen de Lácara, que la parte final del corredor de este monumento debió ser un simple vestíbulo al descubierto limitado por piedras más delgadas y terminando al final con una buena losa. La de nuestro sepulcro megalítico de la Cueva del Monje es menor que la que se conserva del citado dolmen de Lacara, pero la estructura de toda aquella parte del monumento es idéntica. Nosotros creemos que sólo a partir de la losa cuarta hubo un corredor cubierto con grandes losas que daba acceso a la cámara. Delante se extendía la antecámara y por delante de la losa transversal muy encajada en el suelo que cerraba todo el corredor, aún parece que hubo dos hileras de piedras de regular tamaño formando otro vestíbulo o antecámara más pequeña. 

Hemos de hacer observar que las piedras del corredor cubierto de este gran sepulcro megalítico, son de granito traído hasta el lugar desde casi cuatro kilómetros de distancia. Lo mismo son de granito los grandes bloques de la cubierta de la cámara, pero la gran losa primera que cubría el corredor y el ortostato de la parte norte del corredor, son esquistos primarios de las formaciones geológicas del lugar donde se levanta el monumento, habiendo también algunas cuarzitas entre las piedras menores del mismo corredor. 

Tras nuestras excavaciones, la planta conseguida y las observaciones acerca de este dolmen nos permiten clasificarlo, como ya hemos indicado, entre los típicos sepulcros megaliticos de corredor, caracterizados por su planta formada por cámara más o menos redonda y un largo corredor formado por ortostatos, o sea, piedras hincadas paralelamente y luego cubiertas por otros grandes monolitos colocados sobre ellas horizontalmente. Al final de este corredor se abre una cámara más amplia y alta, por lo general, construida por grandes piedras colocadas verticalmente y cubiertas por una o más losas de gran tamaño. Es el tipo de sepulcro dolménico o megalítico más frecuente en Extremadura y lo mismo en Portugal. De la excavación realizada no pudimos recoger más precisos datos sobre este monumento. Igualmente sólo hallamos muy escasos vestigios de los ajuares de aquella sepultura, repetidas veces saqueada. 

Todo se halló desperdigado y nada puede significar en los objetos hallados el sitio donde los recogimos, aunque lo haremos constar al inventariarlos. Tampoco ofrece especial interés nada del material arqueológico encontrado, aunque cada objeto le describiremos individualmente a continuación. 


CATALOGO DEL AJUAR RECUPERADO DURANTE LA EXCAVACION EN EL DOLMEIN DE LA CUEVA DEL MONJE: 

Como hemos indicado, este sepulcro megalítico de corredor fue repetidas veces saqueado. Su ajuar se ha perdido casi totalmente y sólo con la cuidadosa criba de las tierras de la cámara y corredor pudimos recoger los objetos que vamos a describir primero, para finalmente obtener de ellos algunas deducciones históricas que nos ilustren este documento.


Punta de flecha de cobre fragmentada: 

1. Fragmento de un objeto de cobre, al parecer, pues no ha sido analizado, sería resto de una punta de flecha de forma foliácea ovalada del tipo corriente del Bronce I. Está rota por la punta y falta toda su base, por lo que carece del pedicelo típico de estas puntas de flecha que no tienen aletas. Se halló al comienzo del corredor, a la entrada de la cámara, a 0,45 metros de profundidad, entre otros restos del ajuar, todos removidos de su sitio Medidas: Longitud, 27 mm. Anchura máxima, 14 mm. Espesor, 2 milímetros.


Cuentas de collar:

2. Cuenta de collar de jade vérdoso de forma de disco con orificio aproximadamente central. Mineral translúcido de muy buena calidad. Se halló en el corredor, a 2 metros de la puerta de la cámara y a 0,35 metros de profundidad. Medidas: Diámetro, 13.mm. Grosor, 2 mm. 3. Cuenta de collar de turmalina de forma. de hueso de aceituna con orificio transversal. Se halló en la puerta misma que da paso de la cámara al corredor, a 0,35 metros de profundidad. Medidas: Longitud, 10 mm. Diámetro máximo, 7 mm. 


Puntas de flecha de sílex:

4. Finísima punta de flecha de sílex rosado, perfil triangular isósceles y base recta. Talla monofacial. Finos retoques en los bordes. Sección triangular poco acusada. Tiene el vértice superior roto en su extremo. Se halló en el corredor, igual que la pieza siguiente. Medidas: Longitud, 20 mm. Ancho de la base, 14 milímetros. Espesor, 2 mm. 

5. Fina punta de flecha de sílex de color rosado, de perfil triangular isósceles y base ligeramente convexa. Talla bifacial. Bordes retocados. Le falta una cuarta parte de su longitud total aproximada. También le falta el vértice de una de sus aletas. 

Medidas: Longitud, 20 mm. Ancho de la base, 17 mm. Espesor, 3 mm.


Cuchillos de sílex y puntas de sílex microlíticas:

6. Cuchillo sobre hoja de sílex de color marrón claro, de forma rectangular fragmentado. Perfil curvo. Muestra un fino retoque monofacial en ambos lados, uno de los cuales más deteriorado presenta muescas producidas por la acción del fuego. En una de sus caras se ve el bulbo de percusión. Sección trapezoidal. Se halló al final de la cámara, a casi 1 metro de profundidad contra la gran piedra primera de la misma, entrando desde el corredor a la izquierda. Medidas: Longitud, 150 mm. Ancho máximo, 25 mm. Espesor, 6 mm. 

7. Cuchillo sobre hoja de sílex gris veteado. Incompleto y fragmentado. Bordes lisos finamente retocadas. Sección trapezoidal. Se halló, como los que siguen, en el corredor. El fragmento mayor mide 5 cm. de longitud y 2 cm. de ancho máximo. El fragmento menor, 3,5 cm. de longitud y 2 cm. de ancho máximo. Espesor, 3 mm. 

8. Fragmento de cuchillo de sílex de color marrón claro. Corresponde a la parte superior de la pieza. Le falta la punta. La pieza completa sería de doble tamaño aproximadamente. Bordes rectos con muescas por deterioro. Sección trapezoidal. Medidas: Longitud, 22 mm. Anchura máxima, 13 mm. Espesor, 4 mm. 

9. Fragmento de cuchillo de tosco sílex parduzco. Muestra bordes rectos naturalmente afilados. Sección trapezoidal muy plana. Corresponde a la parte central del cuchillo, faltándole por consiguiente ambos extremos. Medidas: Longitud, 23 mm. Anchura, 11 mm. Espesor, 3 mm. 

10. Microlito para punta de flecha de sílex muy fino, color blanquecino con bordes rectos, sin retocar y con fino retoque lateral para obtener una punta de flecha de corte recto, muy apropiado, sobre todo, para cazar aves según las técnicas y tradiciones mesolíticas. Medidas: Longitud, 7 mm. Anchura máxima, 9 milimetros. Espesor, 2 mm. 

11. Microlito de sílex blanquecino de muy buena calidad. Es una punta de flecha de corte transversal de tradición mesolítica como la anterior. Sus bordes ofrecen un retoque abrupto muy fino. Medidas: Longitud máxima 29 mm. Longitud mínima, 8 mm. Ancho máximo, 13 mm. Espesor, 3 mm.


Hachas de piedra pulimentada: 

12. Hacha o percutor de piedra de un esquisto duro, toscamente tallada. y algo pulimentada. Sección oval irregular y aplanada. En uno de. sus extremos ofrece un plano claro de percutor y en el más ancho parece tallado toscamente su corte. Se halló entre las tierras cercanas a la puerta de entrada del corredor y la cámara. Medidas: Longitud, 240 mm. Diámetro máximo, 70 milímetros. Diámetro mínimo, 35 mm. 

13. Fragmento correspondiente a la mitad superior de un hacha de piedra toscamente pulimentada de esquisto verdoso, como la pieza anteriormente descrita. Sección oval irregular, aunque algo más pulimentada. Medidas: Longitud máxima, 111 mm. Diámetro máximo, 45 milímetros. Diámetro mínimo, 20 mm.

14. Fragmento correspondiente a la parte central de un hacha de piedra de esquisto verdoso bastante bien pulimentado. Sección oval muy aplastada. Se halló, como las piezas anteriores, al final del corredor y bastante profunda. Medidas: Longitud 55 mm. Anchura máxima, 73 mm. Grueso, 32 mm.


Cerámica:

15 a 24. Removido repetidas veces este monumento sólo hallamos pequeños y dispersos fragmentos cerámicos de tosca factura propios de la cultura megalítica. Están fabricados a mano. Ofrecen gruesos granos de mica como degrasante y abundantes silicatos. A través de los trozos recogidos sólo podemos ver perfiles simples de formas de vasos vulgares. Se hallaron dispersos entre la tierras de la cámara y del corredor y aun entre las piedras descarnadas del antiguo túmulo, probándonos lo antiguo y completo de las remociones y saqueos sufridos por esta sepultura. Describimos sólo los más interesantes. 

Dos bordes de perfiles claros de platos planos o torteritas de poca profundidad. 

Perfiles incompletos de vasos de línea curvada y algunos casi ovoides. 

Fragmento de cerámica del mismo tipo correspondiente al hombro algo angular de un vaso. Por lo fragmentado resulta poco expresivo y sin ningún interés, con las mismas características y factura que los trozos anteriores.


 ... El dolmen de la Cueva del Monje fue como su compañero (el de la Cueva del Moro), una de aquellas sepulturas colectivas de los caudillos y tal vez al mismo tiempo sacerdotes de hacia mediados de la época del Bronce Antiguo que se inició en la Penínusla poco antes del 2.000 a. de J. C. y perduró en Extremadura hasta comienzos del último milenio antes de nuestra Era. Por el buen estado relativo de su conservación en que ha llegado hasta nosotros, es de esperar que no avance más en su ruina. Así lo esperamos de la cultura del amable guardián de la Casa de la Muela, Miguel Gómez, y del propietario de la finca, don Juan Bauza Sala. Estamos seguros que harán todo lo necesario para que este curioso vestigio del pasado se conserve como una parte que es del bello y apacible paisaje extremeño. 

Igualmente es digno de que sean guardados los escasos restos llegados hasta nosotros del sepulcro de corredor de la Cueva del Moro, cercano al de la Cueva del Monje; fue, sin duda alguna, un monumento aún de proporciones mayores, pero de menor fortuna en su conservación. Ambos saqueados repetidas veces y en parte destruidos, no nos permiten poder fijar con mayor precisión su época, pero sí ofrecen un evidente valor histórico y monumental, a la vez que valoran y agracian la belleza de aquella apartada dehesa de la Muela, que siempre recordaremos con afecto por su paisaje solitario y grandioso.


(2019). Manuel García Cienfuegos: La generosidad de estas tierras aptas para la ganadería, el agua de sus arroyos y riberas, encinares y alcornocales, formaron las dehesas del entorno. Territorios en los que anduvo el hombre de la prehistoria, al localizarse los dólmenes Cueva del Moro y Cueva del Monje. El primero parcialmente arrasado, tanto el túmulo como la cámara; siendo visibles siete ortostatos de la cámara con tendencia circular. El segundo dispone de un pequeño corredor y cámara funeraria, distinguiéndose algunas cazoletas dispersas. Ambos construidos de granito y datados en el Calcolítico. Monumentos estudiados por el profesor Martín Almagro Basch.

 15/11/2019: Francisco Rubio Rodríguez me comenta que su padre Diego Rubio Bote, al que le decían "el rubio de Carmonita" junto con su hermano estuvieron trabajando en las excavaciones de los dólmenes de la dehesa de  la Muela en 1965, y me ha cedido una fotografía de ese momento, su padre es el del pico en las manos, le agredezco a Francisco esa cortesía.
15/11/2019: Francisco Rubio Rodríguez me comenta que su padre Diego Rubio Bote, al que le decían "el rubio de Carmonita" junto con su hermano estuvieron trabajando en las excavaciones de los dólmenes de la dehesa de la Muela en 1965, y me ha cedido una fotografía de ese momento, su padre es el del pico en las manos, le agredezco a Francisco esa cortesía.